Sí, está claro que todo tiene que coincidir para que podamos ir cómodos en nuestra bici y evitar lesiones. Recordemos que la elección del sillín, más cómodo, o los pedales automáticos que evitan posiciones extrañas de las piernas y los pies al pedalear.
Para las molestias en los pies, por ejemplo, hemos de aflojar los cordones o los velcros de las zapatillas en cuanto estos se comienzen a hinchar ya que suele ser frecuente a partir de cierta distancia.
Es un error llevarlos muy ajustados. En el caso de la espalda, si vemos que con los kilómetros tenemos molestias, debemos sustituir la potencia por una más larga, o alta, de manera que quede unos 2,5 cm por debajo de la parte superior del sillín. Y por supuesto, si estamos delicados, no llevar peso ni mochila, sino adaptarlo a un portaequipajes.
El dolor de triceps suele darse cuando la potencia del manillar es demasiado larga, y al contrario, los hombros pueden resentirse si la potencia es demasiado corta. Para el cuello, hay que doblarlo de vez en cuando a un lado y a otro para relajarlo y evitar mantener siembre la cabeza recta y erguida.
El calentamiento previo del cuello, o con cierta frecuencia durante el recorrido es fundamental, siempre con movimientos suaves girando la cabeza a ambos lados.
Un accesorio del todo imprescindible, son las gafas de sol. A ellas dedicamos por su importancia un post, pero insistimos que no solo sirven para evitar el impacto de los insectos y protegernos de los rayos UVA, sino además porque sin ellas llevamos los ojos entrecerrados por el viento, el polvo o el sol, lo cual produce un esfuerzo añadido de los músculos de los ojos y de la cara, que favorecen el agotamiento general.
Por último recordad que si bebemos alcohol tras el esfuerzo, los beneficios del ejercicio físico se anulan de forma automática, ya que no se consigue bajar la presión sanguinea tan beneficiosa para el cuerpo humano. Al finalizar nuestra excursión, un buen masaje es lo adecuado. Mejor si nos lo dan, pero si no es posible, nosotros mismos nos lo podemos dar comenzando por los gemelos y luego subiendo a la rodilla siempre en dirección al corazón para favorecer la circulación sanguínea.
En cualquier excursión, especialmente si ha sido exigente, los últimos veinte minutos deberían ser relajados y tranquilos, comentando con nuestros compañeros las incidencias de la salida y disfrutando del final. Los músculos volverán a su situación normal y llegaremos al final del trayecto mucho mejor. Si podemos acabar la excursión en descenso o en llano, fenomenal.
La bici, lo hemos comentado en numerosas ocasiones, es un deporte que no castiga las articulaciones ni cargamos peso sobre ellas. Practicamos nuestro deporte mientras vamos “sentados” y por ello es prácticamente imposible que suframos ninguna lesión, a excepción de una caída, siempre y cuando vayamos correctamente adaptados a la máquina, que no es ni mas ni menos que una prolongación mecánica y formidable de nuestro propio cuerpo.
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